20 agosto 2007

Miguel de Unamuno


De vuelta a casa


Desde mi cielo a despedirme llegas fino

orvallo que lentamente bañas los

robledos que visten las montañas de mi tierra,

y los maíces de sus vegas.

Compadeciendo mi secura, riegas montes y valles,

los de mis entrañas,

y con tu bruma

el horizonte empañas de mi sino,

y así en la fe me anegas.

Madre Vizcaya, voy desde tus brazos verdes,

jugosos, a Castilla enjuta,

donde fieles me aguardan

los abrazos de costumbre,

que el hombre no disfruta de libertad

si no es preso

en los lazos de amor,

compañero de la ruta.

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